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23 de abril de 2019 às 07:54 30 views
Cuando pasó por delante de la biblioteca, Percy Weasley precisamente —¡Ah, hola, Harry! —dijo—. Excelente jugada la de ayer, realmente —¿No has visto a Ron ni a Hermione? —preguntó Harry. —No, no los he visto —contestó Percy, dejando de sonreír—. Espero que Ron no esté otra vez en el aseo de las chicas... Harry forzó una sonrisa, siguió a Percy con la vista hasta que desapareció, y se fue derecho al aseo de Myrtle la Llorona. No encontraba ningún motivo para que Ron y Hermione estuvieran allí, pero después de asegurarse de que no merodeaban por el lugar Filch ni ningún prefecto, abrió la puerta y oyó sus voces provenientes de un retrete cerrado. —Soy yo —dijo, entrando en los lavabos y cerrando la puerta. Oyó un —¡Harry! —dijo ella—. Vaya susto que nos has dado. Entra. ¿Cómo está tu brazo? —Bien —dijo Harry, metiéndose en el retrete. Habían puesto un caldero
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