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18 de junho de 2023 às 16:30 24 views
28 La locura del señor Crouch El domingo después de desayunar, Harry, Ron y Hermione fueron a la Los elfos domésticos les dispensaron una cálida acogida, haciendo —¡Harry Potter es demasiado bueno con Dobby! —chilló, secándose las lágrimas de sus enormes ojos. —Me salvaste la vida con esas branquialgas, Dobby, de verdad —dijo —¿No hay más pastelitos de nata y chocolate? —preguntó Ron, paseando la vista por los elfos domésticos, que no paraban de sonreír ni de hacer reverencias. —¡Acabas de desayunar! —dijo Hermione enfadada, pero entre cuatro —Deberíamos pedir algo de comida para mandarle a Hocicos —murmuró Harry. —Buena idea —dijo Ron—. Hay que darle a Pig un poco de trabajo. ¿No podríais proporcionarnos algo de comida? —preguntó a los elfos que había alrededor, y ellos se inclinaron encantados y se apresuraron a llevarles más. —¿Dónde está Winky, Dobby? —quiso saber Hermione, que había estado buscándola con la mirada. —Winky está junto al fuego, señorita —repuso Dobby en voz baja, —¡Dios mío! Harry también miró hacia la chimenea. Winky estaba sentada en el mismo taburete que la última vez, pero se hallaba tan sucia que se confundía con los ladrillos ennegrecidos por el humo que tenía detrás. La ropa que llevaba puesta estaba andrajosa y sin lavar. Sostenía en las manos una botella de cerveza de mantequilla y se balanceaba ligeramente sobre el taburete, contemplando el fuego. Mientras la miraban, hipó muy fuerte. —Winky se toma ahora seis botellas al día —le susurró Dobby a Harry. —Bueno, no es una bebida muy fuerte —comentó Harry.
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