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9 de janeiro de 2023 às 16:06 30 views
Respiraba con dificultad. Volvían a dolerle los lados del cuello, y era muy consciente de la humedad del agua en la boca... pero, por otro lado, el agua se aclaraba. Podía ver sobre él la luz del día... Dio un potente coletazo con las aletas, pero descubrió entonces que ya no eran más que pies... El agua que le entraba por la boca le inundaba los pulmones. Empezaba a marearse, pero sabía que la luz y el aire se hallaban sólo a unos tres metros por encima de él. Tenía que llegar... tenía que conseguirlo... Hizo tal esfuerzo con las piernas que le pareció que los músculos se Y entonces notó que rompía con la cabeza la superficie del agua. Un aire limpio, fresco y maravilloso le produjo escozor en la cara empapada. Tomó una bocanada de aquel aire, con la sensación de que nunca había respirado de verdad y, jadeando, tiró de Ron y de la niña hasta la superficie. Alrededor de ellos, por todas partes, emergían unas primitivas cabezas de pelo verde, pero ahora le sonreían. Desde las tribunas, la multitud armaba muchísimo jaleo: todos estaban de pie, gritando y chillando. Tuvo la impresión de que creían que Ron y la niña habían muerto, pero se equivocaban: tanto uno como otro habían abierto los ojos. La niña parecía asustada y confusa, pero Ron simplemente echó un chorro de agua por la boca, parpadeó a la brillante luz del día y se volvió hacia Harry. —Esto está muy húmedo, ¿eh? —comentó; luego miró a la hermana de —Fleur no apareció. No podía dejarla allí —contestó Harry jadeando. —Harry, serás ingenuo... —dijo Ron—. ¡No me digas que te tomaste la —Pero la canción decía... —¡Era sólo para asegurarse de que te dabas prisa en volver! —replicó Harry se sintió al mismo tiempo estúpido y enfadado. Para Ron había sido muy fácil: había permanecido dormido, no se había dado cuenta de lo sobrecogedor que era el lago y verse rodeado de tritones y sirenas armados de lanzas, que parecían más que capaces de asesinar. —Vamos —dijo Harry—, ayúdame a llevarla. Creo que no nada muy bien. Con la compañía de veinte sirenas y tritones, que hacían de guardia de Harry vio a la señora Pomfrey prodigando sus atenciones a Hermione, —¡«Gabguielle»!, ¡«Gabguielle»! ¿Está viva? ¿Está «heguida»? —¡Está bien! —intentó decirle Harry, pero llegaba tan cansado que apenas podía hablar, y mucho menos gritar.
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