11 de agosto de 2019 às 05:03
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We are the miners of another generation
hills scraped dry with no choice but being creative
Frida Ophelia Biedrzivky | 22 años | Cinematografía
Nacida en nada menos que París una primavera de have ya veintidós años mientras su padre presentaba su tercera película en el festival de Cannes.
Frida Ophelia le habían llamado a la pequeña castaña de ojos azules. Desde muy pequeña su padre, quién para cuando Frida había alcanzado la edad de cinco años ya era un cineasta sumamente reconocido, le había inculcado un amor y apreciación por las artes que sería el pilar de la vida de la joven. Por otro lado, su madre, quién había conocido a Valentino, su padre, durante el rodaje de su primera película donde había conseguido un papel secundario, se encargó de hacer que la entonces niña llevara una vida más normal de lo que hubiese sido capaz. Sin embargo el increíble éxito de la pareja difícilmente lo permitía. De cualquier manera la joven creció para convertirse en una persona sumamente talentosa a lo que el cine, la música y la actuación se refiere.
La escuela la cursó por la mayor parte desde la comodidad de su hogar, o en su defecto, hotel. Fue en la preparatoria cuando la chica conoció lo que era atender una institución, lo cual la llevó a tener diversos problemas pues vivía en un mundo bastante surrealista, en el que las reglas eran escasas o inexistentes, donde no se distinguía sobre un fin de semana, vacaciones o días laborales, está demás decir que adaptarse a la vida afuera de su propia burbuja le fue difícil. Con todo y eso demostró ser una persona perseverante, logró terminar la preparatoria y hasta se hizo de un buen grupo de amigos y aun que no era propietaria de las mejores calificaciones logró entrar a una de las universidades de arte más prestigiosas de los Estados Unidos, aquella localizada en el vasto desierto más comúnmente conocido como Arizona. Fueron las lecciones y talento heredados por sus padres que la rubia fue admitida en aquel lugar, de acuerdo a ella, su tiempo en el instituto le había enseñado a amar la escuela, ciertamente adoraba el lugar, tanto como adoraba seguir las huellas de su propio padre.
Fue un 10 de agosto cuando empacó sus maletas y adquirió un pequeño apartamento cerca de la universidad, sus paredes cubiertas en posters de películas y memorabilia, entre estás una foto con la mismísima Uma Thurman, la icónica Mia Wallace de una de sus película favorita, Pulp Fiction.
Sin duda Frida poseía una vida sumamente envidiable, pero como dicen por ahí, todo era demasiado bueno para ser verdad. El verano del 2016 sería uno que jamás olvidaría, y no precisamente por motivos buenos. Recordaba la escena, una chica de apariencia demasiado joven, tirada sobre una cama, su tez tan pálida como la luna que alumbraba la noche, Andrew con las manos sobre su rostro, atónito. En aquel momento tan solo podía pensar en ayudar a sus amigos a salir de una situación a la que ella misma había contribuido y que había comenzado tan solo como un juego, fue así como se vió involucrada en uno de los sucesos más oscuros en la historia de la ciudad. Pensó que esto no la perseguiría, sin embargo por más que trate, las salidas noches cuando la luna brilla en su máximo esplendor, es ahí cuando recuerda que carga una muerte en sus hombros.
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