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11 de setembro de 2023 às 07:16 29 views

 

—¿Qué te apuestas a que vuelve con una caja de insignias de «Odio a
Rita Skeeter»? —comentó Ron.

Hermione no les pidió que la ayudaran en su venganza contra Rita
Skeeter, algo que ambos le agradecían porque el trabajo se amontonaba en los días previos a la semana de Pascua. Harry se maravillaba de que Hermione fuera capaz de investigar medios mágicos de escucha además de cumplir con todo lo que tenían que hacer para clase. Él trabajaba muchísimo sólo para conseguir terminar los deberes, aunque también se ocupaba de enviar a Sirius
regularmente paquetes de comida a la cueva de la montaña. Después del último verano, sabía muy bien lo que era pasar hambre. Le incluía notas diciéndole que no ocurría nada extraordinario y que continuaban esperando la respuesta de Percy.

Hedwig no volvió hasta el final de las vacaciones de Pascua. La carta de Percy iba adjunta a un paquete con huevos de Pascua que enviaba la señora Weasley. Tanto el huevo de Ron como el de Harry parecían de dragón, y estaban rellenos de caramelo casero. El de Hermione, en cambio, era más pequeño que un huevo de gallina. Al verlo se quedó decepcionada.

—¿Tu madre no leerá por un casual Corazón de bruja? —preguntó en voz  baja.

—Sí —contestó Ron con la boca llena de caramelo—. Lo compra por las recetas de cocina.

Hermione miró con tristeza su diminuto huevo.

—¿No queréis ver lo que ha escrito Percy? —dijo Harry.

La carta de Percy era breve y estaba escrita con verdadero mal humor:

Como constantemente declaro a El Profeta, el señor Crouch se está
tomando un merecido descanso. Envía regularmente lechuzas con
instrucciones. No, en realidad no lo he visto, pero creo que puedo estar
seguro de conocer la letra de mi superior. Ya tengo bastante que hacer
en estos días aparte de intentar sofocar esos ridículos rumores. Os
ruego que no me volváis a molestar si no es por algo importante.
Felices Pascuas.

Otros años, en primavera, Harry se entrenaba a fondo para el último partido de la temporada. Aquel año, sin embargo, era la tercera prueba del Torneo de los tres magos la que necesitaba prepararse, pero seguía sin saber qué tenía que hacer. Finalmente, en la última semana de mayo, al final de una clase de Transformaciones, lo llamó la profesora McGonagall.

—Esta noche a las nueve en punto tienes que ir al campo de quidditch —le dijo—. El señor Bagman se encontrará allí para hablaros de la tercera prueba.

De forma que aquella noche, a las ocho y media, dejó a Ron y Hermione en la torre de Gryffindor para acudir a la cita. Al cruzar el vestíbulo se encontró con Cedric, que salía de la sala común de Hufflepuff.

—¿Qué crees que será? —le preguntó a Harry, mientras bajaba con él la escalinata de piedra y salían a la oscuridad de una noche encapotada—. Fleur no para de hablar de túneles subterráneos: cree que tendremos que encontrar un tesoro.

—Eso no estaría mal —dijo Harry, pensando que sencillamente le pediría a Hagrid un escarbato para que hiciera el trabajo por él.

Bajaron por la oscura explanada hasta el estadio de quidditch, entraron a través de una abertura en las gradas y salieron al terreno de juego.

—¿Qué han hecho? —exclamó Cedric indignado, parándose de repente.

 

 

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