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6 de maio de 2021 às 08:52 8 views
En cierto modo, fue un alivio comprender que prefería quedarse y Cedric seguía sin saber lo de los dragones. Era el único de los campeones que no se habría enterado, si Harry estaba en lo cierto al pensar que Maxime y Karkarov se lo habían contado a Fleur y Krum. —Nos vemos en el invernadero, Hermione —le dijo Harry, tomando una —Llegarás tarde, Harry. Está a punto de sonar la campana. —Te alcanzaré, ¿vale? Cuando Harry llegó a la escalinata de mármol, Cedric ya estaba al final de ella, acompañado por unos cuantos amigos de sexto curso. Harry no quería hablar con Cedric delante de ellos, porque eran de los que le repetían frases del artículo de Rita Skeeter cada vez que lo veían. Lo siguió a cierta distancia, y vio que se dirigía hacia el corredor donde se hallaba el aula de Encantamientos. Eso le dio una idea. Deteniéndose a una distancia prudencial de ellos, sacó la varita y apuntó con cuidado. —¡Diffindo! A Cedric se le rasgó la mochila. Libros, plumas y rollos de pergamino se esparcieron por el suelo, y varios frascos de tinta se rompieron.
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