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18 de janeiro de 2021 às 14:43 18 views
14 Maldiciones imperdonables
—Tú sabes por qué Snape está de tan mal humor, ¿verdad? —dijo Ron a Harry, mientras observaban cómo Hermione enseñaba a Neville a llevar a cabo el encantamiento antigrasa para quitarse de las uñas los restos de tripa de sapo. —Sí —respondió Harry—. Por Moody. Era comúnmente sabido que Snape ansiaba el puesto de profesor de Artes Oscuras, y era el cuarto año consecutivo que se le escapaba de las manos. Snape había odiado a los anteriores titulares de la asignatura y nunca se había esforzado en disimularlo. No obstante, parecía especialmente cauteloso a la hora de mostrar cualquier indicio patente de animosidad contra Ojoloco Moody. Desde luego, cada vez que Harry los veía juntos (a la hora de las comidas, o cuando coincidían en los corredores), se llevaba la clara impresión de que Snape rehuía los ojos de Moody, tanto el mágico como el normal. —Me parece que Snape le tiene algo de miedo, ¿no crees? —dijo Harry, —¿Te imaginas que Moody convierte a Snape en un sapo cornudo —dijo, con lágrimas de risa en los ojos— y lo hace botar por toda la mazmorra...? Los de cuarto curso de Gryffindor tenían tantas ganas de asistir a la La única que faltaba era Hermione, que apareció puntual.
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