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18 de agosto de 2019 às 11:22 16 views
Se ocultaron dentro del ropero. Oían el ruido de cientos de personas que pasaban por el corredor. La puerta de la sala de profesores se abrió de golpe. Por entre los pliegues de las capas, que olían a humedad, vieron a los profesores que iban entrando en la sala. Algunos parecían desconcertados, otros claramente preocupados. Al final llegó la profesora McGonagall. —Ha sucedido —dijo a la sala, que la escuchaba en silencio—. Una El profesor Flitwick dejó escapar un grito. La profesora Sprout se tapó la boca con las manos. Snape se cogió con fuerza al respaldo de una silla y preguntó: —¿Está usted segura? —El heredero de Slytherin —dijo la profesora McGonagall, que estaba El profesor Flitwick derramó unas cuantas lágrimas. —¿Quién ha sido? —preguntó la señora Hooch, que se había sentado en una silla porque las rodillas no la sostenían—. ¿Qué alumna? —Ginny Weasley —dijo la profesora McGonagall. Harry notó que Ron se dejaba caer en silencio y se quedaba agachado —Tendremos que enviar a todos los estudiantes a casa mañana —dijo la profesora McGonagall—. Éste es el fin de Hogwarts. Dumbledore siempre dijo... La puerta de la sala de profesores se abrió bruscamente. Por un momento, Harry estuvo convencido de que era Dumbledore. Pero era Lockhart, y llegaba sonriendo. —Lo lamento..., me quedé dormido... ¿Me he perdido algo importante? No parecía darse cuenta de que los demás profesores lo miraban con una expresión bastante cercana al odio. Snape dio un paso hacia delante. —He aquí el hombre —dijo—. El hombre adecuado. El monstruo ha Lockhart palideció. —Así es, Gilderoy —intervino la profesora Sprout—. ¿No decías anoche que sabías dónde estaba la entrada a la Cámara de los Secretos?
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