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11 de setembro de 2019 às 07:05 19 views
A veces irse no es marcharse ni llegar es regresar. A veces las almohadas que no son las de uno terminan siendo un felpudo de bienvenida a un lugar que no te pertenece pero que te adopta por unas horas. El este se confunde con un sol que siempre regresa. Las olas se rompen sin miedo a volver a empezar, habiendo nadado para morir en la orilla. La arena recuerda que somos sólo puntos de un todo que se llevará el viento alguna vez. A veces ir y volver son uno. Quizá nunca nos vamos ni volvemos, solo nos transformamos. En nosotros mismos o quién sabe qué. O quién.
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