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19 de abril de 2021 às 10:18 9 views
De entre la multitud se destacaba la parte de atrás de su enorme cabeza llena de greñas (afortunadamente, había abandonado las coletas). Harry se preguntó por qué no lo había visto nada más entrar, siendo Hagrid tan grande; pero, al ponerse en pie para ver mejor, se dio cuenta de que Hagrid se hallaba inclinado, hablando con el profesor Moody. Hagrid tenía ante él su acostumbrado y enorme pichel, pero Moody bebía de la petaca. La señora Rosmerta, la guapa dueña de la taberna, no ponía muy buena cara ante Mientras Harry los observaba, Hagrid y Moody se levantaron para irse. —¿Va todo bien, Hermione? —le preguntó Hagrid en voz alta. —Hola —respondió Hermione, sonriendo. Moody se acercó a la mesa cojeando y se inclinó al llegar. Harry pensó que estaba leyendo el cuaderno de la P.E.D.D.O. hasta que le dijo: —Bonita capa, Potter. Harry lo miró muy sorprendido. A unos centímetros de distancia, el trozo de nariz que le faltaba a Moody era especialmente evidente. Moody sonrió. —¿Su ojo es capaz de... quiero decir, es usted capaz de...?
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