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15 de junho de 2019 às 14:59 20 views
Harry y Ron miraron debajo del lavabo, donde señalaba Myrtle. Había allí un libro pequeño y delgado. Tenía las tapas muy gastadas, de color negro, y estaba tan humedecido como el resto de las cosas que había en los lavabos. Harry se acercó para cogerlo, pero Ron lo detuvo con el brazo. —¿Qué pasa? —preguntó Harry. —¿Estás loco? —dijo Ron—. Podría resultar peligroso. —¿Peligroso? —dijo Harry, riendo—. Venga, ¿cómo va a resultar —Te sorprendería saber —dijo Ron, asustado, mirando el librito— que —Vale, ya lo he entendido —dijo Harry. El librito seguía en el suelo, Harry vio al instante que se trataba de un diario, y la desvaída fecha de la cubierta le indicó que tenía cincuenta años de antigüedad. Lo abrió intrigado. En la primera página podía leerse, con tinta emborronada, «T.M. Ryddle». —Espera —dijo Ron, que se había acercado con cuidado y miraba por
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